Mayte se rió bajito,
Recordaba la cara de bobo que ponía su papá cuando miraba la tele. Era como se si fuera muy lejos. Sentado con los ojos bien abiertos y una cara como de vaca hipnotizada, miraba primero el noticiero y después algunas de esas historias policiales.
- ¡Muere maldito polizonte! ¡No me atrapás con vida!
Y el héroe, generalmente escondido detrás de una lata de basura, apuntaba su arma y contestaba:
- ¡ Ríndete Joe!
A Mayte no le gustaban esas historias, ni tampoco los teleteatros que veía su madre, Esos en los que la heroína resultaba ser la madre de su padre y la hija de su hermano quien a su vez resultaba ser el tío fallecido muchos años atrás.
- ¡Oh Carlos Segismundo! No puedo ser tu esposa soy tu abuela.
Lo que sí le gustaba ver eran los partidos y, por suerte cuando su padre también los veía, podía sentarse y dejarse llevar por la emoción.
- ¡Pero papá, ese gol fue fuera de juego!
- Estuvo bien -protestaba entonces el padre que, como todos los hombres, creía saber mucho de fútbol.
- Estaba por "orsai" -protestaba Mayte que seguía concentrada en la prestancia del guardameta, con esos saltos que se convertían en vuelo cuando venía un diparo muy fuerte o las coridas de los punteros del cuadro rival.
- ¡Reventálo! -gritaba Mayte a sus detensores y, como por arte de magia, ¡plum! El veloz puntero terminava con la nariz incrustada en el césped.
- ¡Bieeeeeen! -aplaudía Maye y su padre, enojado, trataba de explicarle que no estaba bien pegar patadas.
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